martes, 4 de septiembre de 2012

Foto con Toto!!


- Esta es una foto que nos sacamos con Toto
- ¿Pero donde está Toto?
- ¡Ahí está!











- Ufa... me hubieses puesto un parche a mí. No me gusta como salí.
- Ahí va el parche.


- ¡Hey! yo también quiero ajustes. Poneme pestañas postizas y una corona!!
- Concedido

martes, 19 de julio de 2011

PROCRASTINAR

Procrastinar... esta es una palabra nueva en mi lexico, y ya se está tornando muy recurrente... extremadamente recurrente... frustrantemente recurrente (si no saben lo que es, google it!).

Lo cierto es que incluso este post me esta costando muchiiiiisimo, porque preferiría estar haciendo otra cosa mucho menos productiva en vez de escribir estas líneas. Preferiría estar pensando en que cosas debería de procrastinar. Pues, queridos amigos míos, se forma un fuckin' circulo vicioso de la procrastinación así.

Tan expuesto a tantos estímulos que al final no sabés de que agarrarte. Hoy estaba recordando como me colgaba con juegos como Zelda, Pókemon y demás... incluso con el Super Mario Bros. de NES. Recordaba como conectaba caseteros entre sí para poder grabar mis músicas haciendo multipistas y tocando conmigo mismo (#foreveralone). Recuerdo como me concentraba en esas actividades... concentración hoy en día desaparecida.

Ahora, tengo mi diagnostico (procrastinación crónica), y también tengo la cura... si, la tengo. Y es simplemente desconectarme de internet para poder así concentrarme en lo que quiero. Pero es dificil, es una verdadera adicción... como cualquier droga (noesquehayasidoadictoaalgunadroga...mecontaron...)

En fin, y así seguimos... procrastinando a lo loco... para qué? no hay un para qué... quizás un porqué... Y así... Bueh, me voy a ver videos de YouTube o qué.

jueves, 10 de febrero de 2011

NO PASA NADA

El secuenciador, el alternador... pensás que no pasa nada, pero vos lo que no pasás. ¿Decís por vos mismo o por el que lee? ¿O yo estoy diciendo por mi mismo o al que lee?. Y en ese instante, te das cuenta que sos vos... vos y nada mas que vos.

Te enfadas contigo mismo, te das topetazos mentales, caminas millas y millas, se te acaba el agua pero no sentís sed de agua. Para al final terminar hundiendote otra vez en tu propio mundo, lejos de todos, conciente de ello y ya aceptandolo y hasta disfrutandolo.

Y luego se repite el ciclo, en forma secuencial... alternando los contenidos en sí. Pero lo que se mantienen... son los topetazos mentales. Los hechos respecto de la indecisión, las redes sociales y las necesidades que de ellas derivan.

jueves, 20 de enero de 2011

LA NAVE

"Yo no quiero volverme tan loco
Yo no quiero vestirme de rojo
Yo no quiero esta pena en mi corazón"
Fragmento de la canción "Yo no quiero volverme tan loco" de Charly García

Jimmy era un chico con sueños. El veía esos sueños muy lejos de él, como si de nubes se trataran. Vivía tras esas nubes, es más, bajo la sombra de las mismas. Y es porque él no confiaba en sí mismo. Papá siempre le enseñó que las cosas grandes solo les pasaban a los demás y que él tenía que ver la forma de encajar en el sistema y así asegurarse una estadía segura en esto que llamamos “vida”.

Así que hizo todo en su vida acorde a esos parámetros. Fue a la escuela, fue mejor alumno, en el colegio también fue bastante estudioso. Casi no se relacionaba con los demás compañeros. Y tal vez porque no se sentía a gusto con ellos, no se sentía identificado. Lo veían como a un bicho raro, siempre solo en algún rincón, balbuceando cosas inentendibles para los demás. Cosas que sólo él podía entender porque era su sueño, y no el de los demás.

Avanzaban los años y más disfrutaba de su soledad, o mejor, más se acostumbró a ella. Tenía cierta esperanza de encontrar personas como él, que entiendan lo que el balbuceaba, que entiendan las formas de sus nubes, y quizás poder tender una escalera hacia los cielos y así poder tener ese pedazo de cielo en sus manos.

Pero llegó el momento en que sus padres ya comenzaban a inquietarse sobre el futuro de Jimmy, pues nada hacía. Solo se encerraba en su pieza. Nadie sabía que hacía allí. Más de una ocasión sus padres arrimaron las orejas contra la puerta para ver si podían entender que pasaba, pero sólo oían balbuceos. Y cuando irrumpían en su pieza, el se encargaba de esconder todo y evitar que ellos se inmiscuyeran en lo que hacía.

Un día, su padre algo harto de la situación, le consiguió un trabajo. Un trabajo bastante rutinario. Era ir a una oficina puntualmente a las 7 hs., sentarse, recibir unos papeles, sellarlos, llevarlos a un depósito, recibir otros papeles, sellarlos, llevarlos a un depósito, recibir otros papeles y así sucesivamente. Luego a las 12 hs. una pausa para el almuerzo para luego continuar con la rutina a las 13 hs. y así hasta las 17 hs. Hora en la cual sonaba un timbre que los liberaba de sus obligaciones. Muy a su pesar, fue al trabajo.

Como en todo en la vida, se había resignado ante la situación. Asumió esa mecánica de vida, pero igualmente no olvidaba su sueño. Tras unos meses de rutina, un día de ida al trabajo le pareció escuchar un sonido familiar, pero casi imperceptible. Agudizó su oído hacia donde creía que venía el sonido y se dio cuenta que se trataba de un balbuceo igual al suyo. Primero se sintió extrañado porque nunca lo había oído de otra persona que no sea el mismo. Luego se emocionó y decidió seguir la pista del sonido.

Caminó varias cuadras hasta que llegó al lugar de donde provenían los balbuceos. Era como una especie de taller de principios de siglo XX. Sin dudarlo entró. Al entrar se encontró con otras dos personas que se hallaban balbuceando lo mismo que él. Cada uno con herramientas y trabajando sobre una rara máquina, que se asemejaba a una nave voladora, pero con raros artilugios colocados por todas partes. En un momento, los dos personajes que estaban trabajando sobre el aparato se percatan que estaban siendo observados, guardan silencio y lo miran fijo. Jimmy, algo intimidado por las miradas y sin saber que decir, simplemente balbucea lo mismo que ellos. Ellos le sonrieron y le invitaron a acercarse. Jimmy no podía creer lo que le estaba sucediendo.

Comenzaron a entablar una animada conversación en la cual cada uno compartía su sueño, su nube, y resultaban ser bastante similares. Entonces, uno de ellos que se presentó como Ronnie dijo que sería bueno que el conociera al gran jefe. Jimmy ya se había olvidado que tenía que ir a su trabajo. Entonces allí conoce a Chuck, quien era el dueño del taller. Este le dio la bienvenida y lo invitó a unirse al grupo. Jimmy gustoso aceptó.

De esta manera, Jimmy comenzó a ir todos los días a ese taller, olvidándose de su antiguo trabajo y de las presiones de su familia. El tenía muy en claro lo que quería, pues a lo largo de todos estos años de existencia, había amoldado su sueño y lo conocía milímetro por milímetro. Pero el problema radicaba en que Jimmy nunca había trabajado en equipo su sueño, siempre fue algo propio de él, y así surgieron los primeros roces.

Se había percatado que muchos de los artilugios que le habían colocado a la nave no eran necesarios y entorpecían el desarrollo de la misma. Comenzó a meterse sobre el trabajo de los otros compañeros, cosa que los irritó bastante. El punto culmine fue cuando comenzó a enervarse por las extrañas técnicas de trabajo de sus compañeros, que el suponía no llevarían a nada o bien retrasarían el trabajo, pues no era como el suponía que debería ser. Ronnie y Johnny pararon de trabajar y lo intimaron a que deje de fastidiar, que cada quien trabajará a su manera, pues él no tiene la verdad sobre como terminar esa nave y que por su constante entrometimiento nadie quería trabajar con él.

Jimmy quedó primero rabioso y luego algo melancólico, pues veía como la realización de su sueño (que era más posible que nunca) se veían truncados. Y que la gente con quien él creía podría contar, lo dejaban de lado. Chuck, quien observó todo lo ocurrido, lo llama a Jimmy a su oficina. Lo invita a sentarse y le dice “Déjalos ser y ellos te dejarán ser”. Jimmy no entendió mucho lo que significaba esa frase. Se retiró muy triste a su casa.

Desde ese día, Jimmy simplemente acataba lo que Ronnie o Johnny le decían que haga, y siempre que veía que ciertas cosas se podían hacer más eficientemente como él sentía que sería mejor, simplemente lo pensaba dos veces antes de decirlo o simplemente no lo decía. Con el tiempo las cosas comenzaban a mejorar y él aprendió a como meter sus ideas sin que los demás se fastidiaran. El sueño era cada vez más alcanzable.

Pasaron los meses, y la nave estaba prácticamente lista. Jimmy, más ansioso que nunca decidió que sería un buen momento para probarla. Ronnie y Johnny, echaban una siesta. Jimmy los despertó para comunicarles que iba a probarla. Ronnie, a penas lo miró y solo le dijo que esperara más, que más adelante lo probarían. Jimmy no podía entender porqué postergar la prueba, pero decidió ser paciente.

Sin mayor cosa que hacer, se acercó a la nave para mirar para ver si todo estaba en orden. Para su sorpresa encontró algo que no estaba hasta el día anterior, una pieza que prácticamente obstruiría el mecanismo de propulsión de la nave. Sin dudarlo, trató de arrancarla de su lugar, pero estaba muy fuertemente colocada. Fue a buscar alguna herramienta que le sirva en los cajones del taller, revisó todos y cada uno de ellos sin encontrar alguna que le sirva. Hasta que en uno de los cajones encontró algo que lo dejó frio y desconcertado.

Era un catalogo con diversas naves similares a la que estaban construyendo, de diferentes colores, con diferentes artilugios, todos a la venta en precios ridículamente bajos. En la parte superior rezaba una frase que vendría a ser el slogan “La ilusión de volar”. La sangre se le subía a la cabeza y se dirigió a la oficina de Chuck. No llamó a la puerta como lo solía hacer, simplemente entró. Chuck que estaba al teléfono, corta la llamada mirando serio a Jimmy. Notó que Jimmy estaba iracundo, por lo cual trató de armar una conversación amena. Sin embargo, sin mediar palabras Jimmy tira el catalogo sobre el escritorio de Chuck, aguardando una respuesta. Chuck quedó serio. Por unos instantes no supo que decir, ni siquiera parecía tener intenciones de decir algo. Jimmy entre balbuceando y temblando preguntó “¿nunca funcionaron?”. Chuck lo miró y dijo “Jimmy, algunos simplemente quieren soñar. Pocos somos los que realmente volamos”. Jimmy siento una fuerte presión en su pecho, sintió que su cerebro le volaría la tapa de los sesos. Volteó y volvió corriendo al taller.

Se dirigió directo a la nave, abrió el compartimento donde se hallaba la pieza que no permitiría volar a la nave. La estiró y la estiró, pero no salía. Mira a su alrededor y ve un martillo. Lo agarra y comienza a darle golpes a la pieza para que esta se desprenda. Los fuertes ruidos hicieron que tanto Ronnie como Johnny se despertaran. Algo molestos se dirigen a la nave y preguntan a Jimmy “¿qué diablos estás haciendo con la nave?”. Jimmy, sudado y con fuertes palpitaciones les dice que esa pieza no permitiría volar a la nave. Ronnie fastidiado le dice que deje de golpear la nave, pues no es de él solamente, es de ellos también. Jimmy no podía entender el que hagan caso omiso a lo que acababa de revelar, entonces decidió seguir golpeando la pieza para hacerla volar.

Más se apuraba y más difícil parecía. Chuck se levantaba de su silla para ir a taller. Ronnie, bastante enervado se dirige hacia la nave para apartarlo a Jimmy al grito de “¡No golpees a la nave! ¡No es tuya!”. Cuando lo estira del hombro a Jimmy, este da media vuelta y golpea con el martillo repetidas veces en la cabeza a Ronnie. Pequeños estruendos denotan las roturas en su cráneo. La sangre se esparce por todos lados… por el rostro de Ronnie… sobre la ropa de Jimmy… sobre las mesas adyacentes… sobre la nave. Ronnie cae inerte al piso mientras a su alrededor se forma un charco de sangre. Jimmy queda estupefacto… mira al frente y ve a Johnny pálido, inmóvil… mira a su derecha y ve a Chuck en la puerta de su oficina, también inmóvil… pero luego entra de vuelta a la misma. Se escucha como levanta el teléfono para hacer una llamada.

Jimmy, con el martillo ensangrentado en mano, procede nuevamente a tratar de sacar la pieza de la nave. Tras unos intentos logra sacarla. Sin mirar a nadie, sube a la nave, marca la secuencia de arranque, los motores comienzan a chillar, la nave se eleva. Chuck sale nuevamente de su oficina, pero esta vez con un rifle. Jimmy apresura la marcha y con una maniobra cuasi quirúrgica logra sacar la nave por la estrecha puerta del taller, y así emprende su vuelo hacia las nubes.

La policía llegó al taller. Chuck contó lo ocurrido, pero nadie le creyó. Tras largos juicios fue declarado inocente, pero tuvo que resarcir económicamente a la familia de Ronnie. Johnny desde ese día no volvió a hablar, y sólo se queda en su casa acostado en su cama. En cuanto Jimmy, nunca nadie supo más nada de él, ni siquiera sus padres. Su madre lo llora y lo busca por todas partes, mientras su padre simplemente se queda en la casa, bebiendo su whisky con rostro de enojo y desaprobación. El pueblo quedó muy conmocionado por lo ocurrido, pues nunca había pasado algo similar allí… de hecho, nunca sucedió nada en ese pueblo. Pero lo único cierto, es que cuando se cumple un aniversario más de este hecho, las nubes del atardecer se tiñen de un fuerte color rojo.

domingo, 10 de octubre de 2010

TARDÓ EN SABER LO QUE QUERÍA - pt.2




Ella volvió a asentir sin despegar la mirada del libro.

Se sentó junto a ella, respetando cierta distancia. La miraba y se sonreía, no sabía bien porque, pero lo hacía. Ella levantó la mirada y lo miró, un poco intrigada como desconfiada le preguntó “¿De dónde sos?”. Aliviado al sentir que de a poco rompían el hielo, se dispuso a contestar la pregunta. Pero en cambio se quedó callado, su rostro reflejaba cierta preocupación.

“¿Te pasa algo?” preguntó ella. “Es que no recuerdo de donde soy, ¡no recuerdo de donde vengo!”. Ella lo miró extrañada y dijo “Eso no está bien”. El comenzó a mirar a su alrededor como buscando alguna referencia, algo que lo haga recordar su origen, pero solo veía pastizales infinitos y el cielo tan azul. “¿Y cómo llegaste hasta aquí?” dijo ella esta vez más atenta. El simplemente hizo un gesto de no sé diciendo “Sólo recuerdo estar caminando por el descampado y ver este árbol”.

Ella cerró el libro que estaba leyendo y volvió hacia el “¿Por lo menos recordás cómo te llamas?”. Sin dudarlo él responde “Si, lo sé. Mi nombre es Ricardo. ¿Y el tuyo?”. Soltando como un suspiro y algo vacilante ella dijo que se llamaba Marcela y añadió “¡No te burles de mi nombre!”. Extrañado, Ricardo sonrió y contestó “¿Por qué habría de burlarme? Marcela es un lindo nombre”.

Ricardo se sentía algo preocupado por no recordar de donde venía, pero dicha preocupación no lo acongojaba. Extrañamente lo sentía como si de una aventura se tratara. “¿Y qué haces sola aquí? No hay nada en este lugar”. Marcela, mirando su libro dijo “Este es mi lugar favorito para leer, el campo abierto me hace sentir como si mi mente se expandiera a todos lados, llegando incluso hasta las nubes”.

“Esa sensación de libertad… es única” dijo Ricardo mirando hacia las pocas nubes que aparecían. Marcela se levantó, sacudió su vestido. “Debo irme. Supongo que no tenés a donde ir”. Ricardo asintió, mientras trataba de recordar algo. “Podrías venir conmigo mientras. A lo mejor recordás algo más adelante”.

El se entusiasmó con la invitación y preguntó curioso “Pero… ¿a donde irémos? Aquí no veo más que pastizales y cielo”. Marcela sonrió, se dirigió hacia atrás del árbol que los cubría, y recogió una especie de extraña bicicleta que se hallaba recostada allí. Esta bicicleta tenía el armazón bastante fino y carecía de pedales y cadenas. Tenía sin embargo lugar para posar los pies. “¿Y esto que es?” preguntó asombrado Ricardo. “Es mi bicicleta, subí” dijo Marcela.

Tras subir ella el asiento se extendió unos centímetros para atrás. Ricardo no podía entender que era aquello, pero decidió no preguntar el cómo y el porqué, pues pensó que esos detalles técnicos lo aburrirían. Se subió a la extraña bicicleta, se aferró a Marcela, y arrancaron el viaje. La bicicleta parecía recibir la energía de ambos y prácticamente por arte de magia (o mucha ciencia desconocida) se movía.

Así arrancaron su viaje alejándose del árbol que los cubría, adentrándose en los infinitos pastizales. Ricardo no sabía a donde irían, pero no le importaba demasiado, pues la experiencia le dijo que muchas veces el viaje es más divertido que el destino.

martes, 5 de octubre de 2010

RANDOMIZACIÓN TEXTUAL

Hay veces en que una imagen vale mas que dskfjñkdsfp pero sale mejor un texto, relativamente hablando... no sale mejor... sale nomás.

Cosas de ayer, de cuando era yo, pero otro.

INDICAR EL CAMINO
Muy personal
Una línea
Un hilo conductor
Sobre lo cual uno va buscando
... revemos cuando no encontramos
Encontramos cuando abandonamos

Nada nos satisface
Nada impulsa a sentir, plasmar
A lo que venga lo desestimamos

Todo pasa y se concibe sin intención
Así debería de ser
La experiencia demuestra que nada es lo que debería
Y nada debería lo que esperamos

Sorpresas, sin asombro
Encuéntrenme en julio
Para que en diciembre pueda decir buenas noches

10-11-2006


EL NO CARAJO
El no carajo
Cobra fuerza como si se tratara de un avión soplando en la heladera

Me chupa la sangre saber que
Tu culpa mordió al perro
Tu culpa canto al cerro
Tu culpa molió el sueño
Tu culpa culpó mi culpa

Te gusta cantar en pedo
Saltar por solo un hueso
Y dormir en tu casa
Como si solo comieras

Y damos vueltas y vueltas y vueltas
Y vuelta que el vuelto no se dio
A la vuelta hablamos de la vuelta
Que a lo mejor no vuelve a volver

Saltá y hecha a correr
Que vienen los tipos, viteh
Y a lo mejor mañana volverá
A jugar en algún parque que conocemos...

24-10-2006



PARA QUE?
Fundamentar...
Para que?
No seria mejor no decir nada?
No cuadrar nada?
Volar hacia la nada y no preocuparse por el pasaje?

10-11-2006



QUEMIL YAMBAY EXISTE!!!
La experiencia es intransferible
El que opine lo contrario
Que se encierre en su termo

Yo quiero un mundo de sensaciones
Un mundo de incoherencias
Un mundo ya...

La profe me miró raro
Me dijo que no es así
Debería rever mi vida
Saltar a la cuenta de tres
... pero salté a las ocho...
La profe me miró raro en realidad...

10-11-2006



SIMULTANEAMENTE
Yo digo muchas cosas
Me reafirmo y traiciono simultáneamente
Yo vivo pocas cosas
Me castigo y santiguo simultáneamente
Yo siento algunas cosas
Me desvivo y abandono simultáneamente
Yo pido muchas cosas
Me exijo y minimizo simultáneamente

10-11-2006



AZAR
Viento pasa y nada queda de reseña de tu carmesí
Sigo sonriendo en la acera de camino de tierra al azar

24-11-2006

miércoles, 29 de septiembre de 2010

TARDÓ EN SABER LO QUE QUERÍA - pt. 1


Tardó en saber lo que quería. Sólo se limitó a caminar y caminar por ese descampado al sol del medio día. Observando los pocos árboles que habían, mirando el celeste cielo carente de nubes. No hacía tanto calor, era como esos días de julio, en invierno, cuando el sol esta en todo su esplendor pero el viento trae esa frescura que evita al calor.

Y tardó en saberlo porque no tenía la más minima noción de lo que podría querer, lo que podría necesitar. Mientras caminaba por el descampado, de lejos observó que bajo un frondoso árbol había alguien, aparentemente una muchacha. Fue acercándose un poco más y pudo confirmarlo. Sintió una pequeña emoción, ya que no era el único que se hallaba por esos lares, y mejor aún si se trataba de una bella damisela.

Pensaba cosas como qué preguntar, o qué esperar, pero enseguida desestimó esos pensamientos, el día estaba demasiado lindo como para distraer su mente en complicaciones.

La muchacha tenía un libro, se la notaba concentrada en la lectura. Ella tenía el pelo lacio, oscuro y largo. El viento lo mecía levemente y la hacía ver tan serena y a la vez tan absorta del entorno.

Cuando al fin llegó hasta ella pudo darse cuenta que era una muchacha muy linda. Sus ojos marrones y brillantes, la piel blanca y los labios rosados y finos eran simplemente una delicia para la vista. Llevaba un vestido rosa muy pálido, de esos que parecen sacados de un cuento del siglo XIX.

Tímidamente el solo pudo soltar un “¡Hola!”, pero sólo en principio. Ella un poco sorprendida levanto la mirada del libro, lo miró un tanto extrañada y también dijo “¡Hola!” y siguió leyendo. La miró un instante y luego siguió mirando el entorno. La sombra del árbol daba una sensación de serenidad en medio de ese lugar tan brillante.

“Hay mucho sol a estas horas, ¿no?” dijo el. Ella simplemente asintió con la cabeza sin despegar la mirada del libro. En ese momento el sintió como si estuviera estorbando, pero tampoco quería abandonar la sombra del árbol, pues a decir verdad, también se hallaba algo cansado de tanto caminar. Y además, trataba de agradar a la señorita.

“¿Le molestaría que me siente aquí?” preguntó procurando dibujar en su rostro la sonrisa más amable posible. Incluso estaba dispuesto a dar un poquito de lástima para no ser rechazado, en realidad poco le importaba su dignidad en esos momentos, el día estaba demasiado agradable como para complicarse la existencia.