jueves, 20 de enero de 2011

LA NAVE

"Yo no quiero volverme tan loco
Yo no quiero vestirme de rojo
Yo no quiero esta pena en mi corazón"
Fragmento de la canción "Yo no quiero volverme tan loco" de Charly García

Jimmy era un chico con sueños. El veía esos sueños muy lejos de él, como si de nubes se trataran. Vivía tras esas nubes, es más, bajo la sombra de las mismas. Y es porque él no confiaba en sí mismo. Papá siempre le enseñó que las cosas grandes solo les pasaban a los demás y que él tenía que ver la forma de encajar en el sistema y así asegurarse una estadía segura en esto que llamamos “vida”.

Así que hizo todo en su vida acorde a esos parámetros. Fue a la escuela, fue mejor alumno, en el colegio también fue bastante estudioso. Casi no se relacionaba con los demás compañeros. Y tal vez porque no se sentía a gusto con ellos, no se sentía identificado. Lo veían como a un bicho raro, siempre solo en algún rincón, balbuceando cosas inentendibles para los demás. Cosas que sólo él podía entender porque era su sueño, y no el de los demás.

Avanzaban los años y más disfrutaba de su soledad, o mejor, más se acostumbró a ella. Tenía cierta esperanza de encontrar personas como él, que entiendan lo que el balbuceaba, que entiendan las formas de sus nubes, y quizás poder tender una escalera hacia los cielos y así poder tener ese pedazo de cielo en sus manos.

Pero llegó el momento en que sus padres ya comenzaban a inquietarse sobre el futuro de Jimmy, pues nada hacía. Solo se encerraba en su pieza. Nadie sabía que hacía allí. Más de una ocasión sus padres arrimaron las orejas contra la puerta para ver si podían entender que pasaba, pero sólo oían balbuceos. Y cuando irrumpían en su pieza, el se encargaba de esconder todo y evitar que ellos se inmiscuyeran en lo que hacía.

Un día, su padre algo harto de la situación, le consiguió un trabajo. Un trabajo bastante rutinario. Era ir a una oficina puntualmente a las 7 hs., sentarse, recibir unos papeles, sellarlos, llevarlos a un depósito, recibir otros papeles, sellarlos, llevarlos a un depósito, recibir otros papeles y así sucesivamente. Luego a las 12 hs. una pausa para el almuerzo para luego continuar con la rutina a las 13 hs. y así hasta las 17 hs. Hora en la cual sonaba un timbre que los liberaba de sus obligaciones. Muy a su pesar, fue al trabajo.

Como en todo en la vida, se había resignado ante la situación. Asumió esa mecánica de vida, pero igualmente no olvidaba su sueño. Tras unos meses de rutina, un día de ida al trabajo le pareció escuchar un sonido familiar, pero casi imperceptible. Agudizó su oído hacia donde creía que venía el sonido y se dio cuenta que se trataba de un balbuceo igual al suyo. Primero se sintió extrañado porque nunca lo había oído de otra persona que no sea el mismo. Luego se emocionó y decidió seguir la pista del sonido.

Caminó varias cuadras hasta que llegó al lugar de donde provenían los balbuceos. Era como una especie de taller de principios de siglo XX. Sin dudarlo entró. Al entrar se encontró con otras dos personas que se hallaban balbuceando lo mismo que él. Cada uno con herramientas y trabajando sobre una rara máquina, que se asemejaba a una nave voladora, pero con raros artilugios colocados por todas partes. En un momento, los dos personajes que estaban trabajando sobre el aparato se percatan que estaban siendo observados, guardan silencio y lo miran fijo. Jimmy, algo intimidado por las miradas y sin saber que decir, simplemente balbucea lo mismo que ellos. Ellos le sonrieron y le invitaron a acercarse. Jimmy no podía creer lo que le estaba sucediendo.

Comenzaron a entablar una animada conversación en la cual cada uno compartía su sueño, su nube, y resultaban ser bastante similares. Entonces, uno de ellos que se presentó como Ronnie dijo que sería bueno que el conociera al gran jefe. Jimmy ya se había olvidado que tenía que ir a su trabajo. Entonces allí conoce a Chuck, quien era el dueño del taller. Este le dio la bienvenida y lo invitó a unirse al grupo. Jimmy gustoso aceptó.

De esta manera, Jimmy comenzó a ir todos los días a ese taller, olvidándose de su antiguo trabajo y de las presiones de su familia. El tenía muy en claro lo que quería, pues a lo largo de todos estos años de existencia, había amoldado su sueño y lo conocía milímetro por milímetro. Pero el problema radicaba en que Jimmy nunca había trabajado en equipo su sueño, siempre fue algo propio de él, y así surgieron los primeros roces.

Se había percatado que muchos de los artilugios que le habían colocado a la nave no eran necesarios y entorpecían el desarrollo de la misma. Comenzó a meterse sobre el trabajo de los otros compañeros, cosa que los irritó bastante. El punto culmine fue cuando comenzó a enervarse por las extrañas técnicas de trabajo de sus compañeros, que el suponía no llevarían a nada o bien retrasarían el trabajo, pues no era como el suponía que debería ser. Ronnie y Johnny pararon de trabajar y lo intimaron a que deje de fastidiar, que cada quien trabajará a su manera, pues él no tiene la verdad sobre como terminar esa nave y que por su constante entrometimiento nadie quería trabajar con él.

Jimmy quedó primero rabioso y luego algo melancólico, pues veía como la realización de su sueño (que era más posible que nunca) se veían truncados. Y que la gente con quien él creía podría contar, lo dejaban de lado. Chuck, quien observó todo lo ocurrido, lo llama a Jimmy a su oficina. Lo invita a sentarse y le dice “Déjalos ser y ellos te dejarán ser”. Jimmy no entendió mucho lo que significaba esa frase. Se retiró muy triste a su casa.

Desde ese día, Jimmy simplemente acataba lo que Ronnie o Johnny le decían que haga, y siempre que veía que ciertas cosas se podían hacer más eficientemente como él sentía que sería mejor, simplemente lo pensaba dos veces antes de decirlo o simplemente no lo decía. Con el tiempo las cosas comenzaban a mejorar y él aprendió a como meter sus ideas sin que los demás se fastidiaran. El sueño era cada vez más alcanzable.

Pasaron los meses, y la nave estaba prácticamente lista. Jimmy, más ansioso que nunca decidió que sería un buen momento para probarla. Ronnie y Johnny, echaban una siesta. Jimmy los despertó para comunicarles que iba a probarla. Ronnie, a penas lo miró y solo le dijo que esperara más, que más adelante lo probarían. Jimmy no podía entender porqué postergar la prueba, pero decidió ser paciente.

Sin mayor cosa que hacer, se acercó a la nave para mirar para ver si todo estaba en orden. Para su sorpresa encontró algo que no estaba hasta el día anterior, una pieza que prácticamente obstruiría el mecanismo de propulsión de la nave. Sin dudarlo, trató de arrancarla de su lugar, pero estaba muy fuertemente colocada. Fue a buscar alguna herramienta que le sirva en los cajones del taller, revisó todos y cada uno de ellos sin encontrar alguna que le sirva. Hasta que en uno de los cajones encontró algo que lo dejó frio y desconcertado.

Era un catalogo con diversas naves similares a la que estaban construyendo, de diferentes colores, con diferentes artilugios, todos a la venta en precios ridículamente bajos. En la parte superior rezaba una frase que vendría a ser el slogan “La ilusión de volar”. La sangre se le subía a la cabeza y se dirigió a la oficina de Chuck. No llamó a la puerta como lo solía hacer, simplemente entró. Chuck que estaba al teléfono, corta la llamada mirando serio a Jimmy. Notó que Jimmy estaba iracundo, por lo cual trató de armar una conversación amena. Sin embargo, sin mediar palabras Jimmy tira el catalogo sobre el escritorio de Chuck, aguardando una respuesta. Chuck quedó serio. Por unos instantes no supo que decir, ni siquiera parecía tener intenciones de decir algo. Jimmy entre balbuceando y temblando preguntó “¿nunca funcionaron?”. Chuck lo miró y dijo “Jimmy, algunos simplemente quieren soñar. Pocos somos los que realmente volamos”. Jimmy siento una fuerte presión en su pecho, sintió que su cerebro le volaría la tapa de los sesos. Volteó y volvió corriendo al taller.

Se dirigió directo a la nave, abrió el compartimento donde se hallaba la pieza que no permitiría volar a la nave. La estiró y la estiró, pero no salía. Mira a su alrededor y ve un martillo. Lo agarra y comienza a darle golpes a la pieza para que esta se desprenda. Los fuertes ruidos hicieron que tanto Ronnie como Johnny se despertaran. Algo molestos se dirigen a la nave y preguntan a Jimmy “¿qué diablos estás haciendo con la nave?”. Jimmy, sudado y con fuertes palpitaciones les dice que esa pieza no permitiría volar a la nave. Ronnie fastidiado le dice que deje de golpear la nave, pues no es de él solamente, es de ellos también. Jimmy no podía entender el que hagan caso omiso a lo que acababa de revelar, entonces decidió seguir golpeando la pieza para hacerla volar.

Más se apuraba y más difícil parecía. Chuck se levantaba de su silla para ir a taller. Ronnie, bastante enervado se dirige hacia la nave para apartarlo a Jimmy al grito de “¡No golpees a la nave! ¡No es tuya!”. Cuando lo estira del hombro a Jimmy, este da media vuelta y golpea con el martillo repetidas veces en la cabeza a Ronnie. Pequeños estruendos denotan las roturas en su cráneo. La sangre se esparce por todos lados… por el rostro de Ronnie… sobre la ropa de Jimmy… sobre las mesas adyacentes… sobre la nave. Ronnie cae inerte al piso mientras a su alrededor se forma un charco de sangre. Jimmy queda estupefacto… mira al frente y ve a Johnny pálido, inmóvil… mira a su derecha y ve a Chuck en la puerta de su oficina, también inmóvil… pero luego entra de vuelta a la misma. Se escucha como levanta el teléfono para hacer una llamada.

Jimmy, con el martillo ensangrentado en mano, procede nuevamente a tratar de sacar la pieza de la nave. Tras unos intentos logra sacarla. Sin mirar a nadie, sube a la nave, marca la secuencia de arranque, los motores comienzan a chillar, la nave se eleva. Chuck sale nuevamente de su oficina, pero esta vez con un rifle. Jimmy apresura la marcha y con una maniobra cuasi quirúrgica logra sacar la nave por la estrecha puerta del taller, y así emprende su vuelo hacia las nubes.

La policía llegó al taller. Chuck contó lo ocurrido, pero nadie le creyó. Tras largos juicios fue declarado inocente, pero tuvo que resarcir económicamente a la familia de Ronnie. Johnny desde ese día no volvió a hablar, y sólo se queda en su casa acostado en su cama. En cuanto Jimmy, nunca nadie supo más nada de él, ni siquiera sus padres. Su madre lo llora y lo busca por todas partes, mientras su padre simplemente se queda en la casa, bebiendo su whisky con rostro de enojo y desaprobación. El pueblo quedó muy conmocionado por lo ocurrido, pues nunca había pasado algo similar allí… de hecho, nunca sucedió nada en ese pueblo. Pero lo único cierto, es que cuando se cumple un aniversario más de este hecho, las nubes del atardecer se tiñen de un fuerte color rojo.

1 comentario:

  1. "Jimmy queria volar"
    A medida que leia me iba imaginando los posibles desenlaces, lo que encontre al final no fue ni de por si acaso lo que tenia en mente!

    Capaz porque esto lo lei hoy y no ayer que llovia y el clima "daba" para cuentos rojos -bloody tales- xd De cualquier manera, no le quita lo bueno :)

    4 thumbs up!

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